miércoles, 11 de enero de 2012

UNA NACION; UN PUEBLO; UN CAUDILLO

UNA NACION; UN PUEBLO; UN CAUDILLO


Esta historia de hoy, no es ficción, pertenece a mi memoria, la memoria de un niño de 12 años que la vivió de forma inesperada y a la que no le di demasiada importancia hasta que tuve edad y vivencias para compararla con otras, aparentemente similares que he vivido.
Debo de avisar que no soy especialmente franquista, aunque si admiro al anterior jefe de estado, cada día mas, gracias a los personajes que pululan hoy día a cargo de la nación, que se dedican a denigrarle cuando, salvo para los tontos y convidados de este sistema, salta a la vista que no le llegan a la suela de sus zapatos.
Pero bueno, tampoco se trata aquí de hacer una disertación comparativa, me limitare a contar aquello de lo que fui testigo.
Era un día de invierno, día de colegio, serian sobre la una y pico de la tarde. Iba  yo, en el coche de mi padre de vuelta a casa después de una mañana en el instituto Ramiro de Maeztu, donde cursaba estudios. El trayecto pasaba por la plaza de Diego de  León y allí ocurrieron los hechos.
El día como he dicho era de lo mas normalito, estaba el semáforo en rojo y el municipal, de los de salacof blanco, seguía sin mayor  atención las señales luminosas, sin embargo algo fuera de lo normal empezó a ocurrir, al ponerse el semáforo en verde el guardia mantuvo la orden de alto, los conductores pronto se impacientaron y alguno hizo sonar el claxon, la cosa no era demasiado corriente, los municipales no acostumbraban a llevar la contraria a los semáforos, al poco observamos que algunos viandantes se arrimaban al bordillo y miraban en dirección a la castellana, en aquel Madrid finales de los 60, aquello no era normal por lo que algunos conductores comenzaron a bajar de sus vehículos, fue en ese momento, al abrir mi padre la puerta del coche cuando percibimos claramente un griterío, a partir de ese momento todo transcurrió como una exhalación , los gritos se acercaban y ya se podía saber cual era el grito, sonaba de forma rítmica y decía FRANCO; FRANCO ;FRANCO . Efectivamente pasaron muy ligeros en dirección aeropuerto dos motoristas y el Rolls de Franco,  fue aquello como un resorte todo el mundo, conductores, viandantes, hasta el municipal. Brazo en alto, gritábamos compulsivamente lo mismo. La cosa duro un instante y tal como se produjo se deshizo también en un instante. Nunca más en 52 años de vida he vuelto a ver algo semejante, jamás esa naturalidad e improvisación.
Digan lo que digan hoy día, los desmemoriados aquel hombre tenia al pueblo a su lado.

También es cierto que eran otros tiempos, en los que España era España, los madrileños eran los madrileños y la política de partidos no lo había emponzoñado todo. Y el caudillo era “El Caudillo” me imagino que alguno de aquellos entusiastas, hoy día hablaran jactándose de su lucha antifranquista. Ya lo dice el refrán a Rey muerto, Rey puesto



Manuel Maqueda

1 comentario:

  1. gracias Manolo por tu relato, esa gente que se bajo del coche al paso del Caudillo, eran españoles agradecidos....la historia se repite de otra manera, ahora los españoles abuchean a sus gobernantes...tenemos lo que nos merecemos.

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