lunes, 26 de diciembre de 2011

ESPAÑA Y EUROPA

EUROPA Y ESPAÑA




El Nacional-Sindicalismo Español apuesta y apostara por la hispanidad y su desarrollo como una entidad supranacional, eso no quita para que seamos una nacion europea no solo por su ubicación geografica si no por vinculos historicos y culturales. Para ver la posición del Nacional-Sindicalismo con respecto a Europa recurramos a un gran pensador español.
 Como decía Ramiro de Maeztu, dispongámonos ya a ofrecer a Europa las raíces y los valores que han de servirla de cimiento y roca; pero, sin descuidar esta labor, imprescindible, dispongámonos también, con una presencia cada vez más vigorosa en Hispanoamérica, a reafirmar y reforzar las propias identidades de los países que la componen; identidades que sólo en la España materna tienen nacimiento y origen; identidades que deben fortalecer su integración, cada vez más necesaria, para el rechazo de todo tipo de colonización ideológica, moral o económica, y para conservarse fieles a su tradición y a sí mismas.
La pauta a seguir la marcó con certeza el gran pensador: servir a Europa, a la Europa de la razón, del derecho y de la Fe, y constituirnos en el eje espiritual del mundo hispánico.

, nada mejor que el programa politico de FE-JONS para las elecciones europeas del 2009 , el cual suscribo al ciento por ciento.


Porque queremos una Europa de naciones soberanas Los falangistas valoramos negativamente tanto el aislamiento internacional como la mediatización extranjera en los asuntos españoles, por eso queremos que España forme parte de los proyectos de colaboración europea, pero no según el modelo del actual diseño de la Unión Europea.
Queremos que España recupere su soberanía política y económica. Queremos que las decisiones que afectan a nuestra patria se tomen de acuerdo a los intereses de los españoles y no por imposición de las instituciones europeas.


Nuestra apuesta por la Europa de los trabajadores
A estas alturas no es un secreto para nadie que la Unión Europea patrocina y ampara un modelo social abiertamente liberal-capitalista. Tanto el fallido proyecto de constitución europea como el Tratado de Lisboa pretenden imponer a todos los miembros de la Unión un marco de relaciones laborales basado en la supremacía del dinero por encima de las personas.
Frente a este modelo, España debería impulsar políticas laborales que hagan del esfuerzo de los trabajadores un valor superior al de la inversión de capital y, por supuesto, medidas conducentes a la entrega de los medios de producción a quienes verdaderamente producen.
Tampoco creemos válido, tal y cómo la crisis ha puesto de relieve, el modelo de financiación existente. El crédito debe ser un servicio público, no un negocio. Por ello, si siempre hemos apostado por la nacionalización de las entidades bancarias, en estos momentos esta alternativa se ha convertido en una imperiosa necesidad



Por una Europa autónoma
Pese a la caída del Muro de Berlín y al irreversible hundimiento del comunismo en la Europa del Este, nuestro continente aún no se ha podido desembarazar completamente de los dictados de Yalta; esto es, de las potencias vencedoras en la segunda guerra mundial y, especialmente, Estados Unidos.
Mientras los habitantes del antiguo telón de acero han tenido los arrestos de liquidar su dependencia de Moscú, los europeos occidentales, maniatados por esa institución servil a los apetitos de Washington que es la OTAN, hemos sido incapaces hasta aquí de poseer una política exterior independiente.
Para los falangistas, pues, cualquier construcción continental que no pase por la expulsión de la OTAN de nuestro continente no será otra cosa que una pérdida de tiempo
.

La Europa de los valores
España debe condicionar cualquier proyecto de colaboración internacional al respeto de los valores que los falangistas consideramos innegociables: la vida, la libertad y la justicia.
Del mismo modo que no se entendería nuestra colaboración con los países que fomentan el terrorismo internacional, que amparan la esclavitud o aplican una vejatoria desigualdad de sexos, España no puede relacionarse con aquellas naciones que no respetan la vida, desde su concepción y hasta su muerte natural.
Mientras la Unión Europea no condene el aborto, la eutanasia y la clonación, no consideraremos a esta institución digna de ser respetada. España compromete su legitimidad como proyecto histórico en la defensa de la vida, una defensa que nuestra nación debe asumir primero en su propio territorio para después exportarla al resto del mundo.


La solidariadad por bandera
Por su historia y por su identidad, España debe tender a la unificación cultural, económica y política con las naciones de la Hispanidad. Ante Europa, nuestra nación ha de constituirse en embajadora de la comunidad hispanoamericana, fomentando políticas de colaboración que ayuden a los países más desfavorecidos del otro lado del Atlántico a salir de la indigencia a las que el orden internacional les condena, forzando a sus habitantes a la emigración.
Europa deberá ver en Hispanoamérica un aliado privilegiado, para evitar, al mismo tiempo, la irresponsable y criminal acción del imperialismo en una región que ha sufrido durante décadas imposiciones humillantes y políticas de rapiña.


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