domingo, 18 de diciembre de 2011

ORISSON Y LOS TOROS DE FUEGO

ORISON Y LOS TOROS DE FUEGO



Trasladémonos en el tiempo, allá por los tiempos en que roma todavía luchaba por ser imperio, en sus conquistas llego a la península ibérica, de ella por el carácter de sus gentes se llego a decir que fue la primera ocupada y la ultima en ser dominada.

Hemos de trasladarnos a algún lugar entre la costa valenciana y el interior de Aragón. Amílcar tiene sus bases en Acra Leuka, Alicante. Desde allí amenaza a todas las tribus celtíberas del interior. Un caudillo celtíbero, Orissón, siente su orgullo herido. No sabemos si Orissón había vivido los desastres de Istolacio e Indortes. Lo que nos consta es que reunió un fuerte ejército con los pueblos del área y que, sabedor de la potencia cartaginesa, trató de derrotar a Amílcar con una mezcla de astucia, bravura y sorpresa. Orissón se presentó en el campo cartaginés con un pequeño contingente, haciendo creer al enemigo que le estaba ofreciendo sus servicios como tropa mercenaria. Mientras tanto, los celtíberos disponían su fuerza con una singular vanguardia: toros bravos. Fue esa manada de toros bravos, con teas ardiendo en sus astas, la que embistió contra los elefantes de Cartago. Un clásico de nuestro siglo XIX, Modesto Lafuente, lo describió así: Notable y extraña fue la estratagema de que los españoles entonces se valieron. Delante de las filas colocaron gran número de carros tirados por bravos novillos, a cuyas astas ataron haces embreados de paja o leña. Encendiéronlos al comenzar la refriega, y furiosamente embravecidos los novillos con el fuego, metiéronse por las filas de los cartagineses que enfrente tenían, causando horrible espanto a los elefantes y caballos y desordenándolo todo. Cargan entonces los confederados sobre el enemigo, y aprovechando Orissón el momento oportuno, únese a los celtíberos y hace en los cartagineses horrible matanza y estrago. El ejército invencible de Amílcar se vio sorprendido por aquellos toros de fuego, que desordenaron sus filas; por los celtíberos que avanzaban tras los astados y, para colmo, por Orissón, que en el momento oportuno, y desde el propio campo cartaginés, cargó contra las tropas enemigas. Fue la primera derrota de Cartago en la península ibérica.


Dicen que la venganza de Amílcar fue terrible. Dicen que Orissón terminó cayendo en manos cartaginesas y que su suerte fue atroz. Son cosas que sólo podemos conjeturar a partir de la tradición, pues no hay constancia propiamente histórica de lo que pasó después. Lo que sí sabemos es que Amílcar vio frustrada por segunda vez su ambición de penetrar en el interior de la península ibérica. Aún lo intentaría una vez más, y en ese envite moriría: el gran jefe de Cartago perdió la vida en combate contra los celtíberos vetones. Le sustituiría su yerno Asdrúbal y, a la muerte de éste, el hijo de Amílcar, Aníbal. Pero eso ya es otra historia.

A nosotros lo que nos queda es el fragor de una manada de toros salvajes cargando contra los elefantes cartagineses y los tres nombres de aquellos primeros jefes guerreros: Istolacio, Indortes, Orissón… En adelante, su memoria será invocada cada vez que en estas tierras aparezca un invasor.


No merecen caer en el olvido.




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