viernes, 16 de diciembre de 2011

EL ANGEL ROJO

EL ANGEL ROJO


Existió un personaje durante la guerra civil española al que es obligado referirse cuando de hidalguía y lealtad a los propios principios se trata.
Hablo del anarquista Melchor Rodríguez, fue este señor, lo que se dice todo un señor, durante los terribles días del otoño madrileño del 36, donde los crímenes comunistas y de sus propios correligionarios de la CNT, habían llegado a cotas difíciles de creer. El mantuvo la calma y el sentido de justicia jugándose incluso su vida, por lo que creía justo.
Melchor Rodríguez, a la sazón sevillano, huérfano desde muy joven, se vio obligado a ayudar a la crianza de sus tres hermanos. Aun así le quedaron ganas de cursar estudios primarios, al tiempo, para intentar escapar de la miseria se dedico al arte del toreo, alternando este oficio con el de la política.
Sin embargo no le acompaña la suerte y se ve obligado a abandonar la tauromaquia por culpa de una cornada, tras este altercado se refugiara en Madrid como chapista, es allí cuando ingresa en la CNT, siendo especialmente sensible con la situación de los presos, que en aquel entonces eran tratados de formas realmente partidistas.
En las filas de la CNT llegara además a ser una pieza clave en el sindicato metalúrgico de Madrid. De esta guisa, alterna sus actividades obreras, con las de preso en las que en numerosas ocasiones acabara.
Comenzada la Guerra Civil española, es nombrado director general de prisiones, Tomando posesión el 17 de noviembre de 1936.
Su defensa a ultranza, de sus principios, en defensa de los presos, pronto le ocasionan problemas, enfrentándose en numerosas ocasiones a las milicias revolucionarias, sedientas de sangre.
Tan grave llega a ser la situación que presenta su dimisión, ante el gobierno huido de Madrid, dimisión que le es denegada y que además, el gobierno, asustado por el cariz que toman las matanzas de Santiago Carrillo, le otorga plenos poderes sobre toda la institución penitenciaria de Madrid.
Es en ese momento cuando jugándose el todo por el todo paraliza las matanzas de Paracuellos del jarama, en las que se  había previsto asesinar hasta 100.000 españoles, por el mero hecho de ser considerados contrarrevolucionarios, aunque estos jamás hubiesen alzado la mano contra nadie e incluso algunos de ellos eran conocidos republicanos.
Por estas acciones será conocido desde entonces con el apodo cariñoso de “El Ángel Rojo” decenas de miles de españoles le deben la vida.  Por supuesto muchos de sus correligionarios no le perdonaron su humanitario gesto y consiguieron que fuera destituido a los tres meses de su nombramiento, tiempo suficiente para que los comunistas perdieran el control absoluto de la represión que hasta entonces habían  ejercido.
A el le deben la vida ilustres personajes. Raimundo Fernández Cuesta (Número dos de Falange),  Muñoz Grandes (el general de la División Azul),  Javier Marín Artajo (diputado de la CEDA),  los hermanos Quintero (famosos comediógrafos y un largo etc...)
 En 1938 se jugó el cuello por permitir que en el funeral de Serafín Álvarez Quintero se exhibiera un crucifijo, cumpliendo la última voluntad del finado. Fue el único crucifijo que se exhibió en público en el Madrid rojo.
Otro episodio de este héroe fue el protagonizado por Melchor, el día 8 de diciembre de 1936. Con la excusa de un bombardeo sobre la ciudad de Alcalá de henares. Los dirigentes marxistas ordenaron asaltar la cárcel de dicha localidad, para linchar a todos los presos, dicho y hecho, se arengo a la población y se organizo una turba con siniestras intenciones.
El director de la prisión se vio incapaz de detener a la muchedumbre armada y tuvo que abrir la prisión, no sin antes llamar a Madrid e informar de lo que estaba ocurriendo a Melchor. Este partió inmediatamente para Alcalá de Henares y se presento justo a tiempo de impedir el linchamiento colectivo. Interponiéndose entre presos y milicianos, a base de gritos y valor, consiguió deshacer la turba, recibiendo amenazas de muerte constantemente, que el con un descomunal valor ignoro. Ese día salvo la friolera de 1.532 vidas.
Con la llegada de los nacionales, el se negó a huir, estuvo preso algunos años y fue indultado por sus meritos durante la guerra.
Murió en 1973 y su funeral tuvo rango de funeral de estado, a pesar de estar vigente el régimen anterior.


Manuel Maqueda









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