miércoles, 7 de marzo de 2012

LOS ULTIMOS DE FILIPINAS


El sitio de Baler: los últimos de Filipinas.
Este fue el fin de aquel dicho, que decía que en el imperio español no se pone el sol. Con todo, los soldados españoles volvieron a dar fe de su probado valor.

Los heroes
Descubiertas las filipinas por Magallanes, son finalmente colonizadas por Legazpi en 1571, pertenecieron desde entonces bajo gobierno español como una provincia más, eso hasta que en 1896 estalla la rebelión, como siempre promovida por fuerzas extranjeras empeñadas en destruir el imperio español.
El ejército filipino es en su mayor parte indígena, por lo que las deserciones son mayoritarias y dejan en cuadro a los leales a España.
Aun así no marcha mal la guerra contra los sublevados, a pesar de la negativa del gobierno español en facilitar  refuerzos de la península.
 Así están las cosas hasta que EEUU fuerza la guerra contra España con la intención de apoderarse de Cuba y Las Filipinas, para ello destruyen la flota española, muy inferior en medios y patrocinan la rebelión filipina.

El 27 de junio de 1898, da comienzo la sublevación en la zona que abarcaba la comandancia militar de Baler, en Luzón.
El retorno a casa
La guarnición, en aquel momento, se reduce a  un cabo y cuatro guardias civiles comandados por D. Antonio López Irizarri, este solicita refuerzos que elevan la guarnición en cincuenta hombres mas. Que se perderán en una emboscada. En vista de ello, pasados unos meses, llegaban a Baler en vapor "Compañía de Filipinas", el Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y los Tenientes Juan Alfonso Zayas y Saturnino Martín Cerezo, así como el Teniente médico provisional, Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro, con una enfermería de diez camas. Además se reintegraba a su destino el párroco del pueblo, Fray Cándido Gómez Carreño, que había estado prisionero de los tagalos, y a los que dijo le dejaran ir a convencer a los españoles que se rindiesen. El destacamento constaba de 55 hombres pertenecientes al Batallón de Cazadores nº 2. Cuando se inician los combates, son tan numerosos los adversarios, que se hace casi imposible el enfrentamiento. Ante esta situación, el capitán de las Morenas, acuerda refugiarse con su tropa en la iglesia del pueblo, edificio de más fuerte construcción, donde almacenaron víveres y municiones, y abrieron un pozo, que al principio dio resultado. Es entonces cuando comienza el definitivo Sitio, que significaba, que la España colonizadora y misionera quedaba representada por media compañía de infantería, constituida casualmente por individuos de casi todas las regiones de España.
La iglesia de Baler
Cae el capitán pronto y Permanecen soportando hambre y combates los demás hasta el  14 de Enero del 99, momento en que un parlamentario Español informa del tratado de paz.
 El escrito decía: "Habiéndose firmado el Tratado de Paz entre España y los EE.UU. y habiendo sido cedida la soberanía de estas Islas a la última nación citada, se servirá Ud. evacuar la plaza, trayéndose el armamento, municiones y las arcas del tesoro, ciñéndose a las instrucciones verbales que de mi orden le dará el Capitán de Infantería D. Miguel de Olmedo Calvo. Dios guarde a Ud. muchos años. Manila, 1 de febrero de 1899. Diego de los Ríos".
Deciden los españoles no dar crédito a la misiva y continúan la resistencia. Los intentos de asalto de los filipinos eran intermitentes. El 30 de marzo de 1899 se produjo uno muy fuerte con denso fuego de fusilería e incluso algunos disparos de cañón de 75mm. Que aunque no hacían mella en los gruesos muros de la iglesia resultaban peligrosos cuando entraba un proyectil por un hueco de ventana.
Poblacion filipina
La situación de los sitiados es terrible a pesar de los esfuerzos del medico y el mando, para aliviar la situación, prácticamente la totalidad de la guarnición esta enferma.
Un día los españoles escucharon fuego de artillería lejano, lo que les hizo suponer que eran refuerzos, en realidad era un barco americano que intentaba rescatarles, ya que en aquel momento Filipinas había entrado en guerra con EEUU, pero el intento fue abortado ya que los Tagales acabaron con el destacamento americano.
A partir de entonces, los tagalos deciden atacar la iglesia diariamente para agotar a los sitiados. Pero no era el ejército tagalo el que podría rendirlos, sino la falta de alimentos. La hambruna era tan grande, que toda hierba, ratas, caracoles o pájaros que estaban a su alcance, por repugnante que fueran, eran comidos por aquellos valientes.
Tagales rebeldes
A finales de mayo del 99, persistiendo los ataques, los filipinos llegan hasta las mismas paredes de la iglesia, siendo rechazados en un cuerpo a cuerpo, dejando el enemigo 17 muertos y logrando algunos heridos regresar a sus posiciones.
Nuevamente se produce otro intento por parte de las autoridades españolas para que desistan de la inútil ya resistencia, pero Martín Cerezo, sigue sin creer que España abandone Filipinas.
Rechazados los argumentos del Teniente Coronel Aguilar, el jefe, perplejo y aburrido, hubo de retirarse sin antes decirle al Teniente: "¡Pero hombre! ¿Qué tengo que hacer para que Vd. me crea, espera que venga el General Ríos en persona?" A ello le contestó el Teniente: "Si viniera, entonces sí que obedecería las órdenes".
Sin embargo después de leer la prensa que le había dejado el Teniente Coronel, Martín reúne a la tropa y consulta la situación, la heroica tropa española le responde que harán lo que él disponga y de esta manera honorablemente, dio fin tras 337 días de asedio el "Sitio de Baler". Una vez arriada la bandera, el corneta tocó atención y aquellos valientes se aprestaron a abandonar su reducto. Los Tenientes Martín Cerezo y Vigil de Quiñones, enarbolando la Bandera Española, encabezaban una formación de soldados agotados, que de tres en fondo, y con armas sobre el hombro, abandonaban el último solar español en el Pacífico, desde marzo de 1521. Le hacían pasillo soldados filipinos en posición de firmes, entre asombrados e incrédulos, sin intuir que aquellos soldados de rayadillo, serían los precursores de los otros héroes del Alcázar de Toledo y de Santa María de la Cabeza.
Asalto
Tal fue el impacto de esta resistencia a ultranza que el propio presidente filipino realizo el siguiente decreto. "Habiéndose hecho acreedora a la admiración del mundo de las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, la constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, han defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República, que bizarramente les ha combatido; a propuesta de mi secretario de Guerra, y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo en disponer lo siguiente: Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario, como amigos; y en su consecuencia, se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país".
De esta forma termino una de las más increíbles epopeyas libradas por soldados españoles. Que pena que sus descendientes seamos tan necios, que los mantengamos en el olvido, por miedo a reavivar el noble sentimiento patriótico que esta, nuestra nación tiene derecho a portar como ninguna otra.

Manuel Maqueda




Fuente Enrique de la Vega



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